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Entrevista para la página Web Salud Dmedicina

Laura Manteca Freire

Psicóloga de AFA Zamora

  • El Alzheimer es una enfermedad dura para la familia, ¿cómo puede aceptar que su ser querido tiene esta patología?

Cuando una familia se enfrenta a un diagnóstico de estas características, en muchos casos se abren las puertas a un mundo desconocido, donde no se sabe qué implica esa palabra, cómo han de intervenir ante ella o qué decisiones han de tomar. La familia habrá de enfrentarse a sentimientos y emociones muy variados que pueden afectar directamente sobre su bienestar físico y emocional.

Ante este cúmulo de dudas y sentimientos es importante, en primer lugar, conocer y comprender la enfermedad para posteriormente poder llegar a asumirla. De este modo, un primer paso hacia la aceptación es la búsqueda de información y asesoramiento adecuado que les permita no sólo comprender lo que ocurre, sino dar sentido a los sentimientos y emociones presentes tanto en ellos como en sus enfermos.

  • ¿Qué consejos le daría a la familia una vez que se conoce el diagnóstico?

El primer paso ante el diagnóstico es la búsqueda de asesoramiento al respecto a través de entidades especializadas en este campo, donde pudiesen obtener información relevante tanto de la enfermedad y su manejo, como de los recursos que tienen a su disposición para hacerle frente (medios técnicos, ayudas económicas, asesoramiento psicológico y social, etc.)

Por otro lado, es fundamental que conozcan las intervenciones existentes para frenar el deterioro. A día de hoy, esta enfermedad no tiene cura, pero sí tenemos medios que consiguen ralentizar el proceso degenerativo y conservar sus capacidades durante mayor tiempo, persiguiendo en todo momento mejorar la calidad de vida del enfermo y su familia.

He de destacar la importancia de las intervenciones globales, que actúan ante las diferentes esferas de la vida de la persona: cognitivo – funcional, física, emocional y social. Es importante que el afectado mantenga una rutina y esté estimulado cognitiva y funcionalmente mediante actividades debidamente elaboradas y adaptadas a sus necesidades específicas.

  • ¿Cómo debe hablar el familiar con el paciente?

El lenguaje es una de las capacidades que se va a ir deteriorando a medida que avanza la enfermedad, tanto la emisión como la comprensión se verán afectadas, lo que inevitablemente dificulta la comunicación con ellos. Las personas enfermas van perdiendo la iniciativa para el habla, su vocabulario se ve reducido, presentan escasa fluidez verbal, no encuentran las palabras, les cuesta comprender lo que se les dice, etc. Conociendo esta realidad hemos de adaptarnos a ella. Entre otros, podríamos seguir los siguientes consejos:

  • Conocer la sintomatología propia de la enfermedad.
  • Cuidar el contexto de la comunicación (ausencia de ruidos, hablar solo una persona a la vez, captar su atención, etc.)
  • Iniciar nosotros las conversaciones
  • Modular nuestro volumen, tono y ritmo a la hora de hablar, adaptándonos a sus necesidades.
  • Emplear frases cortas, sencillas y preferiblemente cerradas, facilitándoles la mayor información posible.
  • Potenciar nuestro lenguaje no verbal, siendo coherente con el verbal.
  • Dirigirnos a ellos siempre de modo adulto.
  • Ofrecerles el tiempo que necesitan para procesar la información.
  • No hablar de ellos delante de ellos.
  • Tener paciencia ante las continuas repeticiones.
  • Evitar discutir con la persona ante sus equivocaciones, dado que en ocasiones no son conscientes de ellas y no las van a aceptar como tal.

Para más información acerca de este tema pueden ver nuestro canal de YouTube el vídeo sobre el seminario de comunicación.

  • Cuando el paciente no recuerde algo o alguien, ¿deben recordarle continuamente la realidad o simplemente dejarlo estar?

Debido a sus déficits de memoria, las personas con Alzheimer tienden a repetir continuamente las mismas preguntas e interesarse por las mismas temáticas que les preocupan o llaman la atención. El contenido de éstas es lo que nos va a indicar si debemos o no recordarle continuamente esa realidad. Si implica algo doloroso para la persona, no es necesario hacerle consciente continuamente de ello, en estos casos sería útil reconducirle hacia otro tema o distraerle con algo que le resulte atractivo. Si por el contrario no implica nada conflictivo ni doloroso, podemos recordarle y explicarle cómo es la realidad que él no recuerda, siendo conscientes en todo momento que retendrá esa información de forma momentánea y muy probablemente volverá a preguntarnos por ello, pudiendo en ese momento emplear la estrategia de la distracción o reorientación a otra temática de su interés.

  • ¿Qué problemas se puede encontrar la familia?

El Alzheimer ocasiona un deterioro global en la persona, afectando las diferentes esferas de su vida. Provocará deterioro en las capacidades cognitivas (memoria, lenguaje, atención, etc.) y funcionales del individuo, ocasionando cada vez mayor dependencia del cuidador. Estos déficits vendrán acompañados en muchas ocasiones de alteraciones psicológicas (sentimientos de tristeza, frustración, ansiedad, miedo, etc.) y conductuales (delirios, alucinaciones, agresividad, insomnio, etc.), siendo estas últimas las que generan mayores dificultades y conflictos con los cuidadores.

  • ¿Cómo debe actuar ante cada uno de ellos?

Pese a que hay síntomas comunes en la enfermedad, cada persona la vive de un modo diferente, por ello, es fundamental adaptarnos a cada caso particular, conociendo las peculiaridades de cada uno de los individuos que la padecen.

Para hacer frente a toda esta problemática será necesario recurrir a profesionales que nos puedan ayudar a manejar la situación. Por un lado, acudiendo a consulta con los especialistas sanitarios, quienes ofrecerán pautas de intervención farmacológica; por otro, con actividades de estimulación cognitiva y funcional que consigan mantener durante el mayor tiempo posible las capacidades que se van viendo deterioradas; y, finalmente, con estrategias y pautas que permitan manejar las alteraciones y mejorar la comunicación e interacción con el enfermo, reduciendo el malestar ocasionado y consiguiendo una mayor calidad de vida, siendo este el fin último de todas las intervenciones.