La demencia es un síndrome que implica un deterioro en las funciones de la persona, y nunca se puede asociar como consecuencia del envejecimiento normal. La cognición no es lo único que se verá afectado, sino la parte funcional, emocional y conductual. Es decir, hablar de demencias es hablar del progresivo deterioro de todas las áreas importantes que nos ofrecen autonomía y capacidad para seguir siendo nosotros mismos.
La demencia es consecuencia de diferentes enfermedades y podemos hablar de diferentes causas de la misma, entre ellas y, la más frecuente: la enfermedad de Alzheimer. Su clínica y sintomatología puede variar de una persona a otra, sin embargo, lo que por todos se comparte es el deterioro progresivo de todas las capacidades. Cognitivamente se verá afectada la memoria, lenguaje, orientación, capacidad de razonamiento y planificación, capacidad de leer y comprender lo leído, escribir o resolver situaciones cotidianas, entre otras. La autonomía en las actividades básicas y más complejas de la vida diaria se verán afectadas, teniendo dificultades para manejar el dinero, realizar tareas en el hogar, vestirse adecuadamente o saber con qué frecuencia se deben asear. Hay sintomatología que delata en ocasiones el inicio o presencia y que puede perdurar o presentarse a lo largo de la evolución de la enfermedad, que es la sintomatología psicológica y conductual. Cambios de personalidad, agresividad verbal o física, desinhibición, irritabilidad, apatía importante, aislamiento social, delirios, alucinaciones o falsas creencias.
Hablar de demencias, es hablar de Alzheimer, y es fundamental conocer esta enfermedad, comprenderla y aceptarla. Resulta ser una enfermedad con alta presencia en nuestra sociedad y exige una atención, cuidado e intervención especializada.